deotromodo
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Una forma de cocinar bajo tierra, que viene de largas tradiciones y ceremonias culturales para celebrar algo en particular, en las que se muestra el origen y la forma de ser a partir de distintos productos y en cómo y donde se cocinan, que tiene como objetivo crear una unión entre un grupo o comunidad, las cuales no solo compartan un espacio sino una experiencia.

Deotromodo nace de la idea de ritual y ceremonia social, fusionando distintas culturas en forma de comida para crear una experiencia en el grupo que comparte el espacio donde sucede. Parte desde como cavar el horno a como sé cocinan los productos para dar lugar a un menú planeado y variado, hasta en cómo estos platos se van a servir y qué papel tiene el comensal, que al mismo tiempo es el cocinero, en la mesa.

El horno se convierte en el protagonista de esta experiencia culinaria, pues la idea es buscar un lugar estratégico y cómodo donde cavarlo para que todo suceda alrededor de este. De alguna manera, al hacer el pozo y todo el ritual que le sigue, te sumerge en una especie de experiencia donde el tiempo no avanza y te hace partícipe de la naturaleza que te rodea, despertando y estimulando a los sentidos.
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Retornar a los inicios,
retornar a las cenizas, a la tierra, al polvo, a la suciedad. Reconectar con las raíces, con los troncos, con las copas. Reconectar, y reconectarse, con los sentidos, con el tacto de la piel en el suelo helado y arenoso. Retomar el camino de escuchar y escucharse.
Escuchar el sutil chispeo del fuego al encenderse, el silbido de aquel pájaro a más metros de los que podemos contar de la tierra. Percatarse de la humedad en las hojas de plantas en continuo movimiento. Desconectar del murmullo de la ciudad, de la estimulación constante de sonidos y chirridos de las calles, de voces que suenan acusantes a la espalda de aquel que camina delante con un aspecto despreocupado.

Desconectar para volver a conectarse.
Conectar con el fuego,
con el calor; cálido en la lejanía y salvaje cuando se acerca. Conectarse con el que calienta el hogar, pero que mucho antes calentó la tierra. Con el que cocina, con el que convierte una noche fría en una noche excepcional. Con el que persiste en los recuerdos más profundos. El que nunca se apaga. Volver a la esencia, un largo viaje que vale la pena empezar. Un viaje; como ver a los que quieres reír a carcajadas, conectando y compartiendo largas charlas que terminan, o bien en risa o bien en lágrimas. Siempre bien acompañadas de una copa de vino que parece nunca terminar. Retornar, de otro modo, a ese ritual que ya no solíamos hacer por falta de tiempo, y que ahora hacemos.

Conectarse para poder desconectar.
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